El partido prometía y no defraudó. El Cartaya, superior a su rival casi todo el partido, rompió un maleficio que databa desde tiempos inmemoriales. Ni se sabe desde cuando no ganaba en Isla Cristina. Ayer lo consiguió con un gol de Canito, de penalti, ya avanzada la segunda parte.

Pero vamos por parte, que el partido tuvo varias lecturas y la primer que dejó fue el lamentable estado del terreno de juego. Tiene mérito jugar en ese campo y ayer, tanto Isla como Cartaya hicieron un esfuerzo titánico por controlar la pelota, a tiros en algunas ocasiones, el balón era un conejo en toda regla. La segunda cuestión se posó en la grada. Más de 200 espectadores cuando la media no llega ni a la mitad. Me alegro por le junta directiva del Isla Cristina, que lleva mucho tiempo estando por encima de los aficionados. Parece mentira en un pueblo con tanta tradición futbolística. En fin.

Vamos ya con lo exclusivamente deportivo. El Cartaya se sintió superior desde el calentamiento y después de unos minutos de tanteo, bajo un intenso calor, el equipo de Limón se puso en marcha y suya fue por completo la primera parte. Dinamismo, fútbol a ráfagas (lo que permitía el campo), llegadas y pegada pero sin gol. Ahí apareció una y otra vez Mateo. El portero local fue el mejor de largo, con paradas increíbles que le permitió a su equipo estar en el partido hasta el último minuto.

A pesar de la superioridad rojinegra, el Cartaya no fue capaz de perforar la meta isleña, por lo que el partido se quedaba en la incertidumbre. Teniendo en cuenta cual es el ADN de los equipos de Acosta, estaba claro que habría batalla hasta el final. Y así fue. Porque la segunda parte no tuvo nada que ver con la primera. El Cartaya ya no controlaba como antes, el Isla se lo creyó, y el partido entró en una fase en la que podía ocurrir cualquier cosa. Y resultó que cuando peor estaba el conjunto de Limón, una jugada en banda izquierda, con centro al primer palo, cuando Dani Pérez se disponía a rematar fue derribado por detrás y el penalti lo transformó Canito, con solvencia, engañando a Mateo y con elegancia. Y eso que sólo llevaba unos minutos en el campo.

A partir de ahí el partido se rompió. El Cartaya quiso vivir a la contra sin encontrar nunca las conexiones y el Isla se fue como un poseso hacia el marco cartayero. Y la tuvo Quini, con un remate al palo con Bocanegra batido. Antes, el portero del Cartaya ya había firmado en el libro de acta del encuentro, como suele hacer desde hace mucho tiempo, con un paradón enorme.

El Cartaya reclamó dos penaltis más al margen del que le pitaron y dio la impresión que en la protesta llevaba razón. Habrá que inventar un VAR para las categorías inferiores. El caso es que ganó el mejor aunque el Isla estuvo a un fleco de estropear el debut del Cartaya, que rompió maleficios y comienza la Liga como se esperaba, ganando y convenciendo, aunque como a todos, le queda muchas cosas por pulir, algo lógico tratándose de los albores de la Liga.